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sábado, 4 de enero de 2014

Putísima vida

Agarré la jarra y pegué un último trago. Me incliné sobre la barra, alcé la mano y llamé al camarero. Este se acercó suspirando y se colocó frente a mí.
-¿Traes otra?- Pregunté animado.
El camarero me miró fijamente con el ceño fruncido.
-Amigo, ya te he dicho hace un par de jarras que iba a cerrar.- Respondió toscamente.
-La última. Termino de contar una historia y luego me voy.- Argumenté con sencillez.
Se dió rápidamente la vuelta, llenó una jarra con el cañero y la colocó frente a mí.
-La última.- Dijo con cara de pocos amigos. -Y luego te largas.-
Levanté la jarra, sonreí levemente y pegué un gran trago. El camarero farfulló algo y se alejó malhumorado.
-Bueno, por donde iba...- Comencé a decir mientras apoyaba la jarra en la barra. -Ah,sí. Estaba tan quemado con rayadas  sobre amores infructuosos y más fracasos estrepitosos que decidí ir al cine para  no comerme la cabeza durante un buen rato. Pero resultó que la película que elegí era un tostón así que al cuarto de hora me levanté de la butaca y fuí hasta los lavabos.-

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El servicio se hallaba vacío, con una leve melodía de fondo al más puro estilo de  música de ascensor saliendo por unos pequeños altavoces.
 Me acerqué a un urinario y comencé a miccionar. Cuando terminé , me acerqué a uno de los lavabos, lavé las manos bajo el agua del grifo y me miré reflejado en el espejo.
-Putísima vida, ¿eh?- Solté cínicamente.
Entonces oí una pequeña risa que provenía del último retrete, al fondo del servicio. Me acerqué sigilosamente, empujé con suavidad la puerta entreabierta y me encontré de frente con una chica menuda y caderas anchas sentada sobre la tapa del váter. Tenía una larga melena azul eléctrico y unos ojos negro azabache. Vestía playeros, minifalda vaquera y una ancha boina blanca calada en la cabeza. Sonreía dulcemente y parecía estar muy tranquila.
-Hola.- Dijo con un extraño acento.
-Eh...hola.- Musité yo.
Se levantó de la taza y asomó la cabeza por la puerta echando un vistazo al habitáculo.
-¿Estás solo?-Preguntó.
-Eso parece.- Respondí.
Soltó otra pequeña risa.
-¿Y lo crees?-
-¿El qué?-
-La putísima vida.-
-Bueno...Supongo que es retórica...-
Me miró a la cara y rompió a reír. De repente dejó bruscamente de hacerlo y me agarró de la mano.
-Debemos irnos de aquí.- Dijo nerviosamente.
Sin soltarme la mano, se puso a correr y yo con ella. Salimos del cine y no paramos hasta llegar a un pequeño y solitario parque a las afueras. Se sentó en el verde prado, me miró y sonrió otra vez. Me dejé caer y me coloqué a su lado.
-Hacía mucho que no corría tanto.- Le dije mientras intentaba coger oxígeno. -Y más si no sé porqué.-
Se metió la mano en un bolsillo de la minifalda y sacó un extraño y plateado objeto parecido a un inhalador para el asma.
-Toma.- Dijo. -Y aspira fuerte una vez.-
-¿Qué es?- Pregunté intrigado.
-Algo que te hará sentir mejor.-
Lo cogí, lo apoyé sobre los labios y  aspiré lo más fuerte que pude. Al momento comencé a notar un hormigueo brutal de los pies a la cabeza y una sensación orgásmica me envolvió.
-¿Quién eres tú?- Pregunté mientras le devolvía el inhalador.
-Me llamo J,U,L,G,T,A,Y,P,R,A,40112.- Respondió rápidamente. -Pero puedes llamarme Julieta. ¿Y tú?-
Quedé un tanto sorprendido, pero  su sonrisa era tan auténtica que decidí seguir el juego.
-A,L,U,C,I,N,A,D,O,2014; pero puedes llamarme Romeo.- Bromeé. - Pero bueno, dime...¿De dónde eres Julieta?-
Apoyó la cabeza contra el suelo y miró hacia las estrellas que brillaban en el firmamento.
-Vengo de muy lejos, Romeo. De otro planeta.- Respondió con  cierta nostalgia.
-Vaya, que poco observador soy.- Repliqué con sarcasmo. -Por tu forma de vestir y tu conocimiento del español tendría que haberme dado cuenta enseguida.-
-Ya he estado antes en La Tierra.- Continuó hablando. -Sé como conseguir dinero, comida y ropa. Además hablo español, inglés y chino. Y antes de que me lo preguntes, no, no tengo nave espacial.-
-De acuerdo. No voy a preguntar como has llegado hasta aquí.- Dije con irónica resignación. -¿Y qué hace una chica como tú en un planeta como éste, Julieta?-
Se volvió hacia mí y me miró profunda y misteriosamente.
-En mi planeta, Romeo, no existen las guerras.- Comenzó a explicar con tono pausado. -Ni guerras, ni asesinatos. Ni mentiras, ni traiciones. Allí todo el mundo es feliz...-
-Está claro que de La Tierra no estás hablando.- Observé divertido.
-Pero todo es ficticio.- Continuó hablando. -Desde que nacemos nos inoculan una sustancia que hace que todo sentimiento de maldad desaparezca. El problema es que la bondad, el amor... también. Somos títeres controlados por un pequeño grupo de tiranos manipuladores autoproclamados Líderes de la Gran Unidad .-
Me dí cuenta de que no tenía ni idea de lo que estaba hablando, pero que ello no me importaba ni lo más mínimo. Me sentía totalmente a gusto en su compañía.
-¿Y entonces esos líderes no se inoculan la sustancia a sí mismos?- Pregunté casi sin darme cuenta.
-No. Los Líderes de la Gran Unidad crean una realidad malévola basada en una felicidad tan falsa como forzosa para una sociedad sin poder de decisión, discusión o raciocinio. Ellos tienen total libertad para decidir. Y deciden que tú seas su títere...-
-Pero un momento...- Corté bruscamente. -Si todo el mundo es feliz... no debería haber problema. ¿No?-
Al momento su expresión se volvió triste y casi pensé que se iba a poner a llorar.
-Te usan como esclavo de todas las formas posibles. Hasta que se cansan de ti o mueres, entonces te usan como alimento.-
-¿De alimento?-
-Sí. Comida. Se alimentan de nosotros.-
Me froté la nuca y resoplé.
-Joder...¿Y cómo es qué tú...?-
-Cada cierto tiempo todo el mundo debe ir a un centro especial para inocularse una dosis de sustancia. Todo está controlado hasta el más mínimo detalle para que nadie se quede sin la dosis.-
-Pero tú lo hiciste.-
-Pero no sola. Hay más gente como yo luchando contra la imposición de los Líderes de la Gran Unidad. Somos pocos y vivímos escondidos, pero resistimos a base de tenacidad.-
De repente se puso de pie y, colocándose el dedo índice en los labios, mandó silencio.
-Debemos mover.- Dijo con inquietud-
-¿Otra vez?- Pregunté totalmente desconcertado. ¿Porqué?-
Me volvió a agarrar la mano y nos pusimos a correr hasta llegar a otro parque más solitario y a las afueras todavía. Apoyó la espalda en el tronco de un viejo roble y fijó su vista sobre el cielo estrellado otra vez.
-Creo que estás un poco loca.- Le dije secamente. - Luchas contra la felicidad...-
-No.- Replicó con convicción. -Lucho contra la imposición de una mentira. Lucho por la libertad de poder elegir tú tu camino a la felicidad.-
Se colocó el peculiar inhalador en la boca y aspiró con fuerza de él.
-¿Y eso qué es?- Pregunté con rapidez.-
-Es un "rectificador".- Respondió con desgana. -Sirve para recuperarte física y mentalmente. Inhibe los efectos de la inoculación.-
Me quedé unos segundos mirándola, intentando comprender el significado de sus palabras y me entró la risa. Ella volvió la cabeza hacia a mí, se acercó sonriendo y volvió a agarrarme de las manos.
-Dime una cosa, Romeo.- Dijo clavando sus ojos en los míos. -¿De qué color es el cielo?-
-Azul...-
-¿Y porqué es azul?-
-Creo que se debe a la interacción de la luz solar sobre la atmósfera.-
-Sin embargo, no siempre es azul. Unas veces puede ser naranja, rojo o incluso violeta.-
-Ya, y de noche es siempre negro... ¿Pero a dónde quieres llegar?-
-Da igual.- Respondió dulcemente. - Pero contéstame a una cosa... ¿Me podría quedar contigo aquí en tu planeta?-
-Sí.- Respondí sin pensármelo dos veces. -Pero que conste que igual soy más extraterrestre que tú.-
Levantó las cejas y rompió a reír.
De repente, justo en ese momento,aparecieron rodeándonos ocho individuos grandes como armarios vestidos totalmente de negro. Les tapaba la cabeza un brillante casco del mismo color y nos apuntaba cada uno con lo que parecía ser unos extraños rifles.
-¡Me han encontrado!- Gritó Julieta.
Antes de poder hacer nada, uno de los individuos se acercó a nosotros y se puso a decirle algo a ella en un idioma que no había oído en mi vida. Julieta me soltó las manos, le entregó el peculiar inhibidor y se colocó a su lado.
-Nos volveremos a ver, Romeo. Te lo prometo.- Dijo con tristeza.
Me sentía tan descolocado con todo lo que estaba sucediendo que no pude articular palabra alguna.
-No le he dado otra opción.- Dijo el individuo dirigiéndose a mí. -O me da el "rectificador" y se vuelve con nosotros de buenas o te desmembramos aquí mismo lenta y dolorosamente. Chica lista. Sabe que no miento.-
Noté un nudo en la garganta y tragué saliva.
-¿Qué vais a hacer con ella?- Pregunté impotente.
-Nada que te importe, basura.- Respondió bruscamente el individuo.
-Olvídate de ella, humano patético.- Soltó otro de ellos.
Miré fijamente a Julieta y sonreí levemente. Ella me devolvió la sonrisa.
-Nunca te olvidaré, Julieta.-
-Lo sé, Romeo.Yo tampoco a ti.-
Al momento, el individuo gritó algo en su ininteligible idioma y, tras un intenso flash de luz, desaparecieron todos.

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-Y aquí estoy.- Dije mientras gesticulaba con las manos. -En un antro de mierda contando una historia triste que me ocurrió que parece más el guión de una película Z que otra cosa. En fin. Habrá que tomar otra jarra.-
Llamé al camarero, que se hallaba en la otra punta de la barra y éste se acercó resoplando.
-¿Otra jarra?- Pregunté con simpatía.
-Escúchame con atención, tío.- Respondió el camarero claramente enfadado. -Llevas toda la noche solo y hablando gilipolleces sin parar. Me tienes hasta los mismísimos huevos y solo quiero cerrar. Así que págame las putas jarras y vete con tus historias de tarado a otro jodido sitio o te escaldo a hostias.-


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, te dejo un emlace para descargarse unos comics de tus amigos los jesuitas.jejeje http://anticristoaldescubierto.wordpress.com/2012/11/10/alberto-rivera-ex-sacerdote-jesuita/

Anónimo dijo...

He leído todos los cuentos, me gusta el estilo, (me recuerda a alguien que todavía no he descubierto), las historias unas más que otras. Espero la siguiente.