BLOGGER TEMPLATES AND TWITTER BACKGROUNDS »

martes, 26 de julio de 2011

La rutina destructiva

Un seco y caluroso lunes por la tarde en la terraza de un bar de Guadalajara en España. Dos parejas, formadas por Antonio y Yolanda por un lado y David y Pepa por otro, se sientan a una mesa con la sana intención de tomar algo y conversar. El camarero se acerca, les toma nota y luego se aleja.
-Bueno.- Comienza a decir Antonio. -¿Y qué más contáis de vuestra semana en Barcelona?-
-Fue genial.- Responde Pepa con una sonrisa de oreja a oreja. -El aeropuerto, el hotel, la gente, las playas, Gaudí...-
-Eso ya lo contaste antes nena.- Suelta tajantemente Yolanda mientras enciende un cigarrillo.
-Pues salimos el viernes y el sábado por la noche.- Replica Pepa sin dejar de sonreír.
Antonio yergue la cabeza un poco y, sonriendo levemente, dirige su mirada hacia David.
-Vaya. Al profesor Morales no le gusta salir de noche pero sí en Barcelona...-
-Fue cosa de Pepa.- Dice David ajustándose las gafas sobre su naso. -Y además fue solo el sábado. El viernes me aburrí como nunca lo había hecho.-
-Pero lo pasaste bien el sábado.- Replica Antonio.
El camarero se acerca, deja sobre la mesa cuatro copas de vino y luego se aleja.
-El sábado nos pillamos un moco increíble.- Suelta Pepa.
-Sí... Fue una noche rara.- Dice levemente David.
Antonio apoya los brazos sobre la mesa y permanece expectante mirando a David. Éste se queda pensativo.
-Bueno. ¿Váis a contar algo o no?- Pregunta Yolanda tras darle una gran calada al cigarrillo.
David pega un sorbo a la copa de vino y comienza a hablar.
-Al principio fue una tontería. Tomamos un par de cervezas en el bar del hotel y no teníamos mucha intención de salir...-
-Habla por ti.- Le corta Pepa. -Yo iba a salir sí o sí.-
-De acuerdo.- Continúa David. -Al final acabamos hasta las ocho de la mañana tomando chupitos por ahí.-
-¡Qué cabroncete!- Dijo Antonio riéndose. -¿Y cómo pudo ser qué acabaráis así?-
-En la disco estábamos ya medio piripis.- Dice Pepa. -Sonaban Depeche Mode, Pet shop Boys y más temas ochenteros. ¡No paré de bailar!-
-¿Y tú?- Pregunta Antonio a David. -¿Bailabas también?-
-Yo no...- Musitó David.
-Sí. Claro que bailó.- Le corta de nuevo Pepa. -Aunque al principio quería marcharse.-
-¿Acaso conocísteis a alguien? ¿o estaban todos majaras?- Pregunta Antonio con cierto interés.
-Vamos, Toni.- Dice Yolanda de repente. -¿A quién van a conocer éstos allí?-
-Pues conocímos a un chico.- Responde Pepa un tanto molesta. -Un poco loquito pero simpático.-
-¿Loquito?- Pregunta extrañado Antonio.
-Sí.- Continuó Pepa. -Estábamos en la pista y de pronto apareció un chico bailando y haciendo que tocaba la guitarra.-
-Vamos, un gilipollas.- Dice Antonio.
-No.- Replica Pepa. -Estaba borrachete y hablaba cosas raras pero parecía simpático.-
-Sí.- Afirma David. -Estábamos bailando un poco en la pista...-
-¡Un poco para ti ya es mucho!- Interrumpe Antonio. Y le pega un gran trago a su copa de vino.
-Todos sabemos que para ti no, querido.- Añade Yolanda tras exhalar por la boca una nube de humo.
-Dejad que os lo cuente.- Dice David con intriga. -Estábamos bailando en la pista cuando de repente se nos puso al lado nuestro un chico bastante ebrio tocando un solo de guitarra en el aire. Me acuerdo bien porque el tema que sonaba en ese momento era el "I was made for loving you" de Kiss.-
-Menudo tonto debía ser.- Dice Antonio. Y le pega otro gran trago a la copa de vino.
-Pues a mí me parecía mono.- Apostilla Pepa con una amplia sonrisa.
-El caso es que un rato después, mientras pedía un par de copas en la barra, me lo encontré y comenzamos a hablar.- Continúa David. -Y no sé como pero el tema de conversación derivó en una discusión sobre la creatividad y la rutina.-
Antonio arruga el entrecejo y tuerce la boca:
-Profesor, no estamos en clase.- Le espeta a David en broma.
-Tú, escucha Antonio.- Le reprocha David. -Recuerdo que le pregunté a que hora cerraba aquel sitio y a donde se podía ir luego. Él me respondió que sobre las siete... pero que yo no tenía pinta de alarganoches.-
-¿Alarganoches?- Pregunta Antonio.
-Sí.- Responde David. -Me dejó un poco cruzado, pero entonces apareció Pepa. Después de las presentaciones le pregunté que quiso decir con lo de alarganoches y respondió que solo era una broma, que se refería a los que alargan una noche para no volver rápidamente a la cotidianeidad de sus vidas.-
-En realidad no hacía más que hablar y hablar, pero era gracioso.- Entremete Pepa.
-Bueno.- Dice Antonio. -Un borracho listillo.- Y levantando su copa bebió un buen trago.
-Exponía como la rutina, por defecto, acababa convirtiendo en extraordinario lo nuevo y en extravagante lo diferente.- Continúa hablando David. -Entonces se nos quedó mirando fijamente y con voz suave y serena dijo: "Os voy a contar mi historia".-
-Buff. Menudo palizas.- Dice Yolanda antes de dar una amplia calada al cigarrillo.
-David, joder, necesitas salir más.- Le reprocha Antonio.
-Si la historia es de lo más simpático.- Explica Pepa.
-Al parecer, el chico no era de aquí.- Sigue relatando David. -Venía de La Tierra de un universo paralelo y fue enviado aquí porque sus seres humanos corrían grave peligro. Lo curioso es que allí son todos iguales. Sietemil millones de clones como él.-
-Amigo, se nota que hace mucho que no sales por ahí.- Le dice Antonio. -¿No le darías el número del móvil?-
-No. Y escucha. En su Tierra comenzó a extenderse un extraño virus: La rutina destructiva. Todos los individuos del planeta, aún teniendo oficios y responsabilidades diferentes, eran iguales física y mentalmente por lo que acabaron viviendo en un estado de bienestar ficticio y llano que con el tiempo acabó arrasando a la creatividad en general y los llevó al peligro de extinción a todos.-
-¿Pero qué me estás contando?- Pregunta un alucinado Antonio. -¿Un sábado noche en Barcelona y te quedas con todo esto que te cuenta un desconocido loco y borracho?-
-Hay múltiples detalles que no recuerdo, pero lo importante de la historia que nos contó era lo que trataba de decir en realidad...- Responde misteriosamente David.
¿Y porqué le enviaron a él de entre todos?- Pregunta Yolanda.
-En su Tierra él no tenía ninguna función concreta.- Intercala Pepa riendo. -¡Era su líder!-
-Era el neutro.- Continúa David. - Supongo que se refería a que era el original. Y era el líder indiscutible. El más grande decía él.-
-¿Y cuál era su misión aquí?- Insiste Yolanda.
-Su misión aquí era encontrar a su doble, explicarle la situación y sustituirlo.- Responde David. -El doble viajaría a su universo y salvaría su Tierra a base de chorros de creatividad.-
Antonio mira a Pepa, que sonríe sin parar, y se vuelve a dirigir a David:
-Joder, te has quedado con todo lo que te dijo ese chalado. ¿Y se puede saber que os trataba de decir?-
-No sé...- Responde David dubitativo. -Quizás fuera un alegato inconformista. O una forma de decirnos que no nos estanquemos siempre haciendo lo mismo. O no sé...-
-Sí.- Replica Antonio. -O una tomadura de pelo de un pasado de vueltas.-
-Solo sé que esa noche disfruté como nunca- Asegura David.
-¡Hay que volver a Barna!- Grita Pepa con entusiasmo.
Yolanda sonríe mientras apaga el cigarrillo en el cenicero y Antonio apura su copa de vino.
-Bueno, y el loco ése, ¿qué pasó con él? ¿Volvió a su universo?- Pregunta Antonio con ironía.
-Pues si entendí bien todo lo que nos contó creo que no va a volver.- Responde David. -Pero le perdimos entre el bullicio y no lo vimos más en toda la noche.-
-Y no estaba loco... solo loquito.- Apunta Pepa.
-Por cierto, ¿De dónde era?- Pregunta Yolanda con intriga.
-No recuerdo... creo que de Oviedo.- Responde David. -Aunque no me acuerdo del nombre.-
-Yo sí.- Dice Pepa rápidamente. -Se llamaba Rulo.-
Antonio levanta el brazo avisando al camarero. Éste se acerca le toma nota y se va. Durante unos segundos ninguno dice nada.
-¡Bueno!- Suelta Antonio de improviso. -¿Y qué os parece que hagamos hoy?-

martes, 15 de marzo de 2011

La decepción de Abrahel

Siempre que me pongo a escribir algo sobre la decepción acabo dejándolo. Es tan fuerte y tan sincero lo que me sale de la cabeza con respecto a este tema que acabo recordando que hacer daño gratuitamente no es mi estilo y que además no soy rencoroso, por lo que acabo siempre escribiendo sobre otra cosa. Así que voy a relatar una corta pero intensa situación que viví no hace mucho tiempo con el fin de que se entienda mi relación con ese sentimiento tan sucio de insatisfacción.


Era una noche de sábado fría y lluviosa. Me hallaba solo en casa, acababa de cenar y tenía mis dudas con respecto a salir por ahí de juerga. No solo porque unos días antes había estado en cama griposo y no tenía ganas de una estúpida recaída, sino porque me sentía jodido y algo deprimido por culpa de sentimientos amorosos de difícil escapatoria. Pillé unas latas de cerveza de la nevera, saqué de un cajón una bolsa de marihuana de primera para casos de emergencia y, acomodándome en mi dormitorio, comencé a poner música trallera para estimularme. A las dos horas, bien cebado de cannabis y alcohol, me dió el capricho de un tragazo de whisky. Fuí hasta el salón, busqué y encontré una botella a la que le quedaban dos dedos de dorado líquido. Sin pensármelo, la agarré y me bebí el contenido de un solo golpe. El error fue garrafal (como era de esperar) y a los pocos segundos comencé a marearme y a sentir naúseas. Me dirigí rápidamente al cuarto de baño pero al entrar me desequilibré, caí y me pegué un golpe en la cabeza contra el marco de la puerta.


Estuve tirado y groggy en el suelo hasta que conseguí levantarme a duras penas. Me miré en el espejo y pensé:
-Estúpido. Casi te rompes la crisma.-
Y volví a mi dormitorio. Entonces quedé paralizado: De pie y mirando por la ventana al exterior había una chica. Se dió la vuelta, sonrió y con voz suave y dulce dijo:
-Hola, Rulo.-
La chica era preciosa. Tenía un cuerpo de infarto, medía sobre uno setenta y vestía un bañador negro de una sola pieza a juego con sus ojazos y su larga melena. Los labios y las uñas, incluidas las de los pies, estaban pintadas también de un negro intenso y su piel tenía un color tostado y brillante. Quedé tan impresionado que no pude articular palabra alguna.
-No te asustes.- Dijo mientras se acercaba a mí.-No voy a comerte.-
-¿Quién...quién eres?- Pregunté.
Se colocó justo delante mío y me miró profundamente a los ojos.
-Me llamo Abrahel.- Me respondió.
Su mirada era tan intensa y sus negros labios tan perfectos que empecé a notar que mi cuerpo se descontrolaba. Sin pensarlo, le pegué un empujón y cayó de espaldas en la cama.
-¿Cómo has entrado aquí?- Pregunté mientras retrocedía.
Ella resopló y se sentó en el colchón.
-Está bien. ¿Puedo hacerme uno de esos?- Dijo señalando a la bolsa de marihuana.
Permanecí estático, sin decir nada.
-Vamos. Me lío uno y hablamos. No vengo para hacerte daño sino para todo lo contrario.-
Nos miramos unos segundos. Ella volvió a sonreir y puso ojitos de chica buena.
-De acuerdo.- Dije. -Pero explícame que pasa ya.-
-Así me gusta, Rulo.- Dijo agarrando un poco de verde.- Sabía que lo comprenderías.
-¿comprender? ¿El qué?-
-Sé que últimamente te desquicias con pensamientos que no te están haciendo bien y he venido a aclarate un poco las cosas.-
-Bien.- Le dije yo. -Pues podrías empezar diciéndome como has entrado en mi casa, de que me conoces y que haces sin ropa.-
En un suspiro se lió un porro. Le pasé el mechero, lo encendió y le pegó una calada.
-He entrado por aquí.- Dijo señalando a su cabeza.-Te conozco desde siempre y no estoy sin ropa.-
-¿Por aquí?- Dije señalando a mi cabeza.
-Sí. Más bien por ahí. Soy un demonio....-
-¿Un demonio?- Pregunté extrañado.
Volvió a pegar otra calada al porro y soltó un gran aro de humo.
-Un súcubo. Abrahel, la reina de los súcubos.-
Me puse pálido y me entró un escalofrío.
-No te asustes.- Continuó. -Ya te he dicho que no voy a comerte, para eso están otros.-
Me dí la vuelta y me apoyé contra la pared respirando profundamente.
-Esto no está pasando. Son los porros...- Me dije a mí mismo.
Ella se colocó detrás mío, me agarró la cintura y me dijo al oído:
-¡Oh! ¡Rulo! Permíteme ser tu reina...-
Y me pasó la lengua por el cuello.
-¿Basta!- Grité.
Rapidamente me dí la vuelta y de un empujón volvió a caer de espaldas en la cama. Se sentó otra vez sobre el colchón y pegó otro caladazo al porro.
-Te conozco, Rulo. Sé como eres.- Dijo soltando el humo.
-Yo no soy así.- Repliqué.
-Oh, sí lo eres. Estás hastiado de relaciones fallidas. Decepcionado con chicas que parecían una cosa y luego resultó ser otra. Buscas a alguien que te ame, que te haga sentir, que no esté por mero y triste interés. Y no la encuentras...-
-Ya he encontrado chicas que me han hecho sentir. Si no me aman... cosa suya.-
-¡Exacto!- Dijo ella rápidamente. -¿Hasta que punto te duele saber que la chica a la que amas, la que te hace sentir como nadie, te desprecia y te usa cuando le convenga? ¿No te hace pensar que ésa chica por la que lo dejarías todo a lo mejor prefiere estar con un putero antes que contigo?-
-He amado a más de una- Respondí.
- Bien. Veo que entiendes por donde voy-
-¿Qué es lo que quieres?- Pregunté sollozando. -¿Has venido a atormentarme? ¿A contarme lo penoso que soy?-
Apoyó el porro en un cenicero, se levantó de la cama y me tendió la mano.
-He venido para amarte hasta el final de los tiempos y más allá.- Me dijo.
La miré de arriba a abajo. Era difícil no sentirse atraído por semejante belleza.
-Te amo, Rulo.Ven conmigo y seré tu diosa, tu reina, tu esclava...-
-¿Pero porqué yo? Hay un mundo de chicos que se irían contigo sin necesidad de llegar a hablar del asunto.-
-Ese mundo de chicos, como tú dices, ya lo conozco. Recuerda quién soy. Tú no perteneces a él.-
Nos miramos fijamente a los ojos. Ella seguía con la mano extendida.
-¿Y a dónde iríamos?- Pregunté
Ella sonrió levemente.
-A mi reino.- Respondió.
Retrocedí dos pasos sin dejar de mirarla a los ojos.
-Déjame entenderlo.- Le dije con tono firme. -Estás enamorada de mí porque no soy como el resto de individuos y quieres que vaya contigo al infierno para vivir juntos el resto de la eternidad ¿No?-
-Exacto.- Respondió ella. -Reinaremos y haremos el amor a todas horas-
-Pero yo no te amo- Repliqué.
-¿Cómo?- Preguntó con gesto torcido.
-Si de verdad me conoces como dices, sabrás que no puedo estar con una chica si no siento algo muy fuerte por ella. Si no la amo.Y quizás las cosas deban de ser así. Tú buscando chicos para tu infierno y yo buscando una reina en el mío propio. Agradezco tu interés en mí, me has hecho ver las cosas un poco más claras, pero paso de ti olímpicamente.-
Me miró de arriba abajo, retiró su mano y se dió la vuelta.
-De acuerdo.- Dijo con una voz grave y áspera. -Pero te aseguro que volveremos a vernos.-
Pegó un alarido gutural y se giró hacia mí. Su piel se volvió azulada, sus uñas crecieron y le brotaron unas enormes alas de murciélago en la espalda. Se acercó unos pasos hasta mí, y exhibiéndome una dentadura llena de colmillos afilados, me guiñó un ojo y desapareció. Al instante sentí un extraño dolor de cabeza y caí fulminado.


Abrí los ojos, me levanté como pude y me dí cuenta de que seguía en el cuarto de baño. Me miré al espejo y ví que tenía una brecha sangrante en la frente: Pedazo de hostia. Fuí rápidamente hasta mi dormitorio y comprobé que todo seguía igual. Allí no había ocurrido nada, simplemente había sido un viaje salvaje. Entonces observé que había un porro a medias en un cenicero. Lo agarré y me fijé que tenía la boquilla manchada de pintalabios negro. Sin lugar a dudas, volveremos a vernos.


Naturalmente, para tratar sobre la decepción no hace falta escribir un pastiche por la cara como éste. Pero bueno, ya puestos...

martes, 4 de enero de 2011

El Jerbo

El humano apoyó en la mesa la botella de whisky que llevaba durante toda la mañana en la mano, se levantó del sofá y se acercó a una mesita cercana. Abrió un cajón, sacó un revólver y comprobó si tenía cargadas todas las balas. Luego se volvió a sentar en el sofá y se metió el cañón del revólver en la boca, apuntando a su cerebro. Entonces, de la nada, apareció el jerbo.
-¡Hey! ¡Humano! ¡Detente!- Gritó el jerbo mientras erguía su cuerpo.
El humano miró rápidamente hacia abajo, lo vió y se quedó completamente paralizado.
-Tranquilo, humano- Dijo el jerbo sonriendo.-No te pongas nervioso no vaya a ser que te pegues un tiro-
El humano sacó rápidamente el cañón del revólver de su boca y apuntó con él al jerbo.
-¿Qué eres tú?- Preguntó el humano.
-Joder. Soy un jerbo. El Jerbo.- Respondió rápidamente el jerbo. Y lo que te dije hace un momento no era más que una broma. Dura, pero broma. Suelo hacerlas en situaciones como estas para... romper un poco la incoherencia del momento y crear un ambiente distendido...-
-Dios mío- Dijo el humano sin dejar de apuntar con el arma al jerbo. -Me he vuelto loco-
-No- Dijo el jerbo suavemente. -Mi presencia aquí tiene una explicación. Déjame explicarte y comprenderás. Como te he dicho, soy el jerbo y ...-
-¿Qué es un jerbo?- Preguntó de repente el humano.
-Joder. Nadie sabe que es un jerbo- Se desesperó el jerbo.-Un jerbo es un roedor. Como una puta rata pero con las orejas más grandes y las dos patas de atrás como las de un canguro-
El jerbo se tumbó boca arriba y exhibió sus patas traseras.
-Bueno, y con más clase- Volvió a decir mientras se incorporaba.-Pero yo no sólo soy un jerbo, soy El Jerbo. Soy especial-
-¿Porqué?- Preguntó el humano.
-Si dejas de apuntarme con tu arma y de hacer preguntas de subnormal te lo podré contar todo de una puta vez-
El humano tardó unos segundos, pero se relajó y apoyó el revólver en su regazo.
-Bien- Comenzó a decir el jerbo.-Cómo YA te he dicho soy El Jerbo y vengo a ofrecerte algo. Sé que no quieres seguir vivo, que la vida que has llevado no ha estado a la altura de tus expectativas y que no sabes como continuar. ¿Pero qué pasaría si ahora mismo, por circunstancias divinas o cuánticas, se te diese la oportunidad de volver a repetir tu vida sabiendo todos los errores que has cometido hasta este momento?-
El humano miró al jerbo fijamente y preguntó:
-¿Eres Dios?-
-Joder, soy El Jerbo. No me vuelvas a preguntar quién soy- Respondió el jerbo algo enfadado. -Ahora dime, ¿qué decides? Sólo necesito una respuesta clara, directa y a ser posible razonada. SI o NO.-
El humano se puso en pie y quedó con la mirada perdida.
-SI o NO... Errores... Yo he cometido grandes errores. Si pudiera volver y enmendarlos...¡Todo se arreglaría!- Pensó en voz alta el humano.
-Un momento- Habló el jerbo.-La grandeza de la vida está en aprender de esos errores y asimilar el jugo producido por ése aprendizaje-
-Pero si no hubiese errores la vida sería perfecta-
-No existe la perfección-
-Yo creo que sí-
-¡Que no!- Espetó el jerbo.-Dentro de un mundo hay otro mundo. No hay perfección, hay superación-
El humano se dejó caer en el sofá y con voz muy débil soltó:
-Entonces no me ofreces nada-
El jerbo resopló.
-No te estoy ofreciendo ni la perfección ni la felicidad ni ninguna estupidez absoluta. Volver atrás y subsanar un error así por las buenas no haría más que crear otro error inmediatamente. Otro error que además sería nuevo, desconocido y que estaría creando más errores de la misma índole e incluso mayores. Es decir, estarías creando otra dirección de vida que podría ser aún peor que la que pretendías cambiar-
-¿Quiéres decir que hay un destino?- Preguntó el humano agarrando con fuerza el revólver.
-Mi opinión personal es que es lo mismo. Se llega hasta donde se llega porque pasamos por donde pasamos haciendo lo que creemos que debemos hacer. Yo si mirara atrás buscando algo que cambiar me volvería loco. Y te aseguro, amigo humano, que es peor estar loco que muerto-
El humano se levantó de golpe y encañonando al jerbo con el revólver dijo:
-Entonces te mataré y luego me pegaré un tiro-
-Típica reacción, humano. Pero no estás loco-
-¿¡Quién eres!? ¿¡Qué quieres de mí!?-
-Joder con las preguntitas. Eres un pesado. ¡Soy El Jerbo! ¡Estoy aquí ofreciéndote repetir la vida sabiendo los putos fallos que cometiste! ¿Qué tu vida podía haber sido mejor? Sí, joder. Y también peor. Pero es lo que es. Ahora dime ¿SI o NO?-
Durante unos segundos el humano se quedó mirando al jerbo con cara de loco mientras le seguía apuntando con el arma.
-¡No!- Gritó de repente. Y disparó.
El jerbo desapareció al instante. El humano miró en todas direcciones como buscándolo, dejó caer el arma al suelo y, después de sentarse en el sofá, se quedó mirando a la botella de whisky apoyada en la mesa.
Pasado un minuto, el jerbo apareció de la nada otra vez.
-No te exasperes, humano- Dijo tranquilamente el jerbo.-Sólo quiero despedirme, no nos vamos a ver más. Pero antes, me gustaría decirte no que hayas hecho bien en decir NO, sino que sí que hayas preferido continuar con tu vida y no intoxicarla convirtiéndola en una caricatura sin personalidad. Ahora lo único que tienes que hacer es continuar viviendo sabiendo que has elegido vivir. Pero bueno... también puedes pegarte un tiro o alcoholizarte hasta reventar. La verdad es que eso ya no es cosa mía-
El humano y el jerbo se miraron profundamente durante un momento.
-¿Quién eres tú?- Preguntó el humano.
El jerbo se enfadó. Refunfuñó y de un salto se colocó en el hombro del humano.
-¡El Jerbo! ¡Soy El jodido Jerbo! ¡Maldito imbécil!- Gritó al oído del humano. Y desapareció.
El humano permaneció inmóvil en el sofá mirando a la botella de whisky durante un par de horas. Luego se levantó, fué hasta su habitación y se echó en su cama. Cerró los ojos y se durmió.