BLOGGER TEMPLATES AND TWITTER BACKGROUNDS »

martes, 15 de marzo de 2011

La decepción de Abrahel

Siempre que me pongo a escribir algo sobre la decepción acabo dejándolo. Es tan fuerte y tan sincero lo que me sale de la cabeza con respecto a este tema que acabo recordando que hacer daño gratuitamente no es mi estilo y que además no soy rencoroso, por lo que acabo siempre escribiendo sobre otra cosa. Así que voy a relatar una corta pero intensa situación que viví no hace mucho tiempo con el fin de que se entienda mi relación con ese sentimiento tan sucio de insatisfacción.


Era una noche de sábado fría y lluviosa. Me hallaba solo en casa, acababa de cenar y tenía mis dudas con respecto a salir por ahí de juerga. No solo porque unos días antes había estado en cama griposo y no tenía ganas de una estúpida recaída, sino porque me sentía jodido y algo deprimido por culpa de sentimientos amorosos de difícil escapatoria. Pillé unas latas de cerveza de la nevera, saqué de un cajón una bolsa de marihuana de primera para casos de emergencia y, acomodándome en mi dormitorio, comencé a poner música trallera para estimularme. A las dos horas, bien cebado de cannabis y alcohol, me dió el capricho de un tragazo de whisky. Fuí hasta el salón, busqué y encontré una botella a la que le quedaban dos dedos de dorado líquido. Sin pensármelo, la agarré y me bebí el contenido de un solo golpe. El error fue garrafal (como era de esperar) y a los pocos segundos comencé a marearme y a sentir naúseas. Me dirigí rápidamente al cuarto de baño pero al entrar me desequilibré, caí y me pegué un golpe en la cabeza contra el marco de la puerta.


Estuve tirado y groggy en el suelo hasta que conseguí levantarme a duras penas. Me miré en el espejo y pensé:
-Estúpido. Casi te rompes la crisma.-
Y volví a mi dormitorio. Entonces quedé paralizado: De pie y mirando por la ventana al exterior había una chica. Se dió la vuelta, sonrió y con voz suave y dulce dijo:
-Hola, Rulo.-
La chica era preciosa. Tenía un cuerpo de infarto, medía sobre uno setenta y vestía un bañador negro de una sola pieza a juego con sus ojazos y su larga melena. Los labios y las uñas, incluidas las de los pies, estaban pintadas también de un negro intenso y su piel tenía un color tostado y brillante. Quedé tan impresionado que no pude articular palabra alguna.
-No te asustes.- Dijo mientras se acercaba a mí.-No voy a comerte.-
-¿Quién...quién eres?- Pregunté.
Se colocó justo delante mío y me miró profundamente a los ojos.
-Me llamo Abrahel.- Me respondió.
Su mirada era tan intensa y sus negros labios tan perfectos que empecé a notar que mi cuerpo se descontrolaba. Sin pensarlo, le pegué un empujón y cayó de espaldas en la cama.
-¿Cómo has entrado aquí?- Pregunté mientras retrocedía.
Ella resopló y se sentó en el colchón.
-Está bien. ¿Puedo hacerme uno de esos?- Dijo señalando a la bolsa de marihuana.
Permanecí estático, sin decir nada.
-Vamos. Me lío uno y hablamos. No vengo para hacerte daño sino para todo lo contrario.-
Nos miramos unos segundos. Ella volvió a sonreir y puso ojitos de chica buena.
-De acuerdo.- Dije. -Pero explícame que pasa ya.-
-Así me gusta, Rulo.- Dijo agarrando un poco de verde.- Sabía que lo comprenderías.
-¿comprender? ¿El qué?-
-Sé que últimamente te desquicias con pensamientos que no te están haciendo bien y he venido a aclarate un poco las cosas.-
-Bien.- Le dije yo. -Pues podrías empezar diciéndome como has entrado en mi casa, de que me conoces y que haces sin ropa.-
En un suspiro se lió un porro. Le pasé el mechero, lo encendió y le pegó una calada.
-He entrado por aquí.- Dijo señalando a su cabeza.-Te conozco desde siempre y no estoy sin ropa.-
-¿Por aquí?- Dije señalando a mi cabeza.
-Sí. Más bien por ahí. Soy un demonio....-
-¿Un demonio?- Pregunté extrañado.
Volvió a pegar otra calada al porro y soltó un gran aro de humo.
-Un súcubo. Abrahel, la reina de los súcubos.-
Me puse pálido y me entró un escalofrío.
-No te asustes.- Continuó. -Ya te he dicho que no voy a comerte, para eso están otros.-
Me dí la vuelta y me apoyé contra la pared respirando profundamente.
-Esto no está pasando. Son los porros...- Me dije a mí mismo.
Ella se colocó detrás mío, me agarró la cintura y me dijo al oído:
-¡Oh! ¡Rulo! Permíteme ser tu reina...-
Y me pasó la lengua por el cuello.
-¿Basta!- Grité.
Rapidamente me dí la vuelta y de un empujón volvió a caer de espaldas en la cama. Se sentó otra vez sobre el colchón y pegó otro caladazo al porro.
-Te conozco, Rulo. Sé como eres.- Dijo soltando el humo.
-Yo no soy así.- Repliqué.
-Oh, sí lo eres. Estás hastiado de relaciones fallidas. Decepcionado con chicas que parecían una cosa y luego resultó ser otra. Buscas a alguien que te ame, que te haga sentir, que no esté por mero y triste interés. Y no la encuentras...-
-Ya he encontrado chicas que me han hecho sentir. Si no me aman... cosa suya.-
-¡Exacto!- Dijo ella rápidamente. -¿Hasta que punto te duele saber que la chica a la que amas, la que te hace sentir como nadie, te desprecia y te usa cuando le convenga? ¿No te hace pensar que ésa chica por la que lo dejarías todo a lo mejor prefiere estar con un putero antes que contigo?-
-He amado a más de una- Respondí.
- Bien. Veo que entiendes por donde voy-
-¿Qué es lo que quieres?- Pregunté sollozando. -¿Has venido a atormentarme? ¿A contarme lo penoso que soy?-
Apoyó el porro en un cenicero, se levantó de la cama y me tendió la mano.
-He venido para amarte hasta el final de los tiempos y más allá.- Me dijo.
La miré de arriba a abajo. Era difícil no sentirse atraído por semejante belleza.
-Te amo, Rulo.Ven conmigo y seré tu diosa, tu reina, tu esclava...-
-¿Pero porqué yo? Hay un mundo de chicos que se irían contigo sin necesidad de llegar a hablar del asunto.-
-Ese mundo de chicos, como tú dices, ya lo conozco. Recuerda quién soy. Tú no perteneces a él.-
Nos miramos fijamente a los ojos. Ella seguía con la mano extendida.
-¿Y a dónde iríamos?- Pregunté
Ella sonrió levemente.
-A mi reino.- Respondió.
Retrocedí dos pasos sin dejar de mirarla a los ojos.
-Déjame entenderlo.- Le dije con tono firme. -Estás enamorada de mí porque no soy como el resto de individuos y quieres que vaya contigo al infierno para vivir juntos el resto de la eternidad ¿No?-
-Exacto.- Respondió ella. -Reinaremos y haremos el amor a todas horas-
-Pero yo no te amo- Repliqué.
-¿Cómo?- Preguntó con gesto torcido.
-Si de verdad me conoces como dices, sabrás que no puedo estar con una chica si no siento algo muy fuerte por ella. Si no la amo.Y quizás las cosas deban de ser así. Tú buscando chicos para tu infierno y yo buscando una reina en el mío propio. Agradezco tu interés en mí, me has hecho ver las cosas un poco más claras, pero paso de ti olímpicamente.-
Me miró de arriba abajo, retiró su mano y se dió la vuelta.
-De acuerdo.- Dijo con una voz grave y áspera. -Pero te aseguro que volveremos a vernos.-
Pegó un alarido gutural y se giró hacia mí. Su piel se volvió azulada, sus uñas crecieron y le brotaron unas enormes alas de murciélago en la espalda. Se acercó unos pasos hasta mí, y exhibiéndome una dentadura llena de colmillos afilados, me guiñó un ojo y desapareció. Al instante sentí un extraño dolor de cabeza y caí fulminado.


Abrí los ojos, me levanté como pude y me dí cuenta de que seguía en el cuarto de baño. Me miré al espejo y ví que tenía una brecha sangrante en la frente: Pedazo de hostia. Fuí rápidamente hasta mi dormitorio y comprobé que todo seguía igual. Allí no había ocurrido nada, simplemente había sido un viaje salvaje. Entonces observé que había un porro a medias en un cenicero. Lo agarré y me fijé que tenía la boquilla manchada de pintalabios negro. Sin lugar a dudas, volveremos a vernos.


Naturalmente, para tratar sobre la decepción no hace falta escribir un pastiche por la cara como éste. Pero bueno, ya puestos...

0 comentarios: