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martes, 12 de febrero de 2013

El destino de Elmo

Elmo despertó, se levantó a duras penas del frío suelo en el que se encontraba echado y, con los ojos aún entrecerrados, miró rápidamente a su alrrededor. Pero no había mucho que ver: Se hallaba en una pequeña habitación, toda ella de color blanco y completamente vacía. Lo más extraño es que no tenía puertas ni ventanas.
-¿Dónde demonios estoy?- Se preguntó.
Intentó recordar algo de si mismo o de lo que pudo pasar para acabar ahí pero no lo consiguió. Sólo se acordaba de su nombre: Elmo. También se dió cuenta de que no llevaba ropa.
-¡Estoy desnudo!- Pensó. -¿Qué coño está pasando?-
De pronto comenzó a escucharse de lejos un zumbido, como el de un grandioso enjambre, y se estremeció. Apoyó el oído en una de las paredes y apreció como el sonido iba a más: Fuera lo que fuese se estaba acercando. Notó que la pared era tan blanda como el cartón, y sin plantearse lo que podía haber al otro lado, cogió carrerilla y se lanzó contra ella con los brazos por delante atravesándola sin la menor dificultad. Entonces se encontró cayendo al vacío en picado. Cayó y cayó durante minutos haciéndose la idea de que se metería la gran hostia contra el duro suelo convirtiéndose en mermelada de Elmo y, en cuanto comenzó a divisar la superficie, cerró los ojos resignándose al gran golpe. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando al hacer el violento contacto contra el desconocido terreno, éste era suave y blando.
-¡Algodón!- Gritó con una sonrisa en la cara pero aún sobresaltado por la caída.
Permaneció sentado unos segundos sobre el blanco mullido preguntándose donde estaría. El lugar parecía un desierto de nubes infinito que contrastaba con el azul oscuro de un impoluto y brillante cielo.
-Que extraño.- Pensó mientras observaba al firmamento. -Hay luz pero no veo el sol por ningún lado.-
Estaba elucubrando sobre el posible sitio en el que se hallaba cuando divisó a lo lejos una gran sombra que se acercaba flotando.
-¡El enjambre!- Gritó levantándose  rápidamente.
Corrió con todas sus fuerzas sin mirar atrás hasta que no pudo más. Apoyó las manos sobre sus muslos y, procurando tomar aliento, echó un vistazo alrrededor pero el panorama era el mismo: un océano blanco que se extendía hasta el horizonte.
-¡Maldita sea!- Gritó desesperado.
 Torció la cabeza un poco, miró por encima de su hombro y vió a la acechante sombra acercándose. Volvió a echar la vista hacia delante y se quedó mirando la profundidad del albo y vasto territorio que le rodeaba. Entonces, se fijó en un punto oscuro a lo lejos y sin pensárselo dos veces se puso a correr hacia allí. No tardó mucho en llegar y descubrir que era una pequeña  casita de color negro. Tan pequeña, tan pequeña, que parecía un simple corral. Se oían ruidos provenientes del interior, así que se asomo a una de las dos pequeñas ventanas que había y echó un vistazo pero no consiguió ver nada a través del cristal. Desesperado, fue hasta la puerta de la entrada, la empujó secamente y se metió dentro. Su interior estaba completamente vacío salvo por una gran cama redonda que giraba sobre sí misma. Sobre ella se encontraba un ser de forma humanoide y aspecto transparentemente acuoso  sodomizando a otro también con forma humanoide pero al que le parecía faltar la piel por su aspecto musculosamente sanguinolento. Elmo quedó paralizado con la horrible visión y no pudo articular palabra alguna. El ser acuoso al verse sorprendido se volvió agua y cayó sobre la cama creando un gran charco sobre ella. El ser sanguinolento pegó un salto, se colocó frente a Elmo y le agarró por el cuello.
-¿Quién eres tú y cómo has llegado hasta aquí?- Preguntó el ser sanguinolento con voz profunda y tono airado.
-No sé... no recuerdo...- Respondió Elmo casi sin poder respirar.
En ése momento se oyó el zumbido del enjambre. El ser sanguinolento echó un vistazo por la puerta abierta, vió como se acercaba la gran sombra y lanzó a Elmo contra una esquina. Elmo vió con terror como cientos de avispas entraban dentro de la casita en dirección a él. Se cubrió con los brazos y cerró los ojos.
-¡Basta!- Gritó el ser sanguinolento.
Al instante, el enjambre frenó el vuelo y se transformó en una hermosa y desnuda mujer de larga melena roja.
-¿Qué es lo que ocurre Lilith?- Preguntó el ser sanguinolento a la mujer.
-Perdona mi imprudencia, creador.- Respondió ella mientras se arrodillaba y agachaba la cabeza. -Se ha despertado antes de que llegara.-
El ser sanguinolento miró a Elmo con intensa curiosidad.
-Así que tú eres Elmo...-Le dijo.
-Ahora mismo me lo llevo.- Interrumpió la mujer levantándose.
-Un momento.- Ordenó el ser sanguinolento.
Se acercó a Elmo y fijó sus ojos sobre los de él.
-Álzate y dime. ¿Qué es lo que has visto?- Le preguntó.
Elmo se levantó y trago saliva.
-Nada...- Respondió.
El ser sanguinolento sonrió cínicamente.
-¿Sabes quién soy?- Continuó preguntando.
Elmo dudó durante unos segundos y soltó:
-¿El diablo?-
El ser sanguinolento chasqueó los dedos y  lanzó una carcajada.
-Éstos humanos...- Comenzó a decir. -Sí. Así también me llaman. Aunque no es más que un nombre. ¿Y sabes quién me estaba haciendo disfrutar hasta tu llegada triunfal?-
Elmo negó con la cabeza.
El ser sanguinolento esbozó una maléfica sonrisa y guiñó un ojo a Elmo.
-Vamos...- Le dijo con tono desafiante. -Por supuesto que lo sabes.-
Elmo miró al charco de la cama y se puso pálido, pero no dijo nada.
-Deja que lo lleve conmigo, creador.- Insistió la mujer.
El ser sanguinolento echó un vistazo rápido a la mujer y luego se quedó pensativo mirando a Elmo.
-Escucha con atención , Elmo.- Soltó de repente el ser sanguinolento. -Hay humanos que sufren accidentes mortales, otros que son asesinados, algunos que se suicidan y una mínima parte que sacrifica su vida por alguien. Tú has muerto de las cuatro formas a la vez.-
-Eso es imposible.- Dijo Elmo secamente.
-¿Imposible?- Preguntó el ser sanguinolento enfadado. -¿Con quién te crees que tratas humano miserable? Para nosotros no hay imposibles. No eres más que un muñeco de trapo incapaz de entender nada.-
Se acercó  hasta Elmo y señaló al charco de agua de la cama.
-Él idea, diseña, crea. Todo hermoso y armonioso. Yo coloreo, moldeo. Introduzco variables suficientes para acabar la obra. Y la obra es todo, incluido lo que los humanos llamáis erróneamente "males del mundo".  Vuestra conciencia no es más que  la idea genial de Él. Yo me dediqué a  diversificarla, a evolucionarla... Tú no eres más que el anómalo resultado de una decisión experimental.-
-¿Qué va a ocurrir conmigo?- Preguntó Elmo un tanto aturdido.
-En una situación habitual estarías sufriendo el fuego purificador carbonizándote para toda la eternidad.- Respondió el ser sanguinolento. -Pero Lilith se encaprichó contigo desde el primer día que te diseñamos y le  prometimos que dejaríamos que te llevase con ella a su infierno cuando murieras. ¿Sabes? Lilith fue la primera que creamos, antes incluso que vuestra querida Eva. Pero no fraguó bien en la Tierra, se convirtió en una grandísima hija de perra y quedó por aquí, entre lo inhumano. Aunque creo que te ama.-
Elmo retrocedió dos pasos y miró aterrado a  Lililth. La mujer le observaba con deseo.
-Pero te has escabullido de ella y ahora tenemos un problema.-Continuó el ser sanguinolento.- No puedo permitir que Lilith te lleve con ella después de lo que has visto. Nadie salvo ella puede saber la relación que mantenemos los creadores. Y aunque estés  muerto por cuadruplicado tampoco podemos pemitir que te quedes en cualquier otro sitio con esa información...-
Elmo miró fijamente al charco de agua y reaccionó:
-Dejadme volver.-
 El ser sanguinolento torció el gesto sorprendido.
-¿Cómo dices?-Preguntó.
-Si de verdad no hay nada imposible para vosotros, podéis hacer que vuelva momentos antes de que muera sin recordar nada de lo ocurrido aquí.- Respondió Elmo con decisión.
El ser sanguinolento cerró los ojos y, acariciándose suavemente la barbilla, quedó pensativo.
-¡No!- Gritó exaltada la mujer.-¡Es mío!-
-De acuerdo. -Dijo el ser sanguinolento dirigiéndose a Elmo. -Voverás instantes antes de que expires tu último aliento y continuarás tu vida hasta tu próxima muerte... Lilith siempre te estará esperando. ¿Verdad Lilith?-
-Como desees, creador.- Dijo la mujer. Y convirtiéndose en el enjambre de avispas salió rápido por la puerta hasta desaparecer en la lejanía.
-Disfruta de tu vida si puedes, Elmo.- Dijo socarronamente el ser sanguinolento.
Elmo desapareció al instante y el charco de agua en la cama, de forma majestuosa,  se volvió otra vez  un transparente y acuoso ser de forma humanoide.
El ser sanguinolento le  miró  y levantando las cejas le dijo:
-Otro imbécil para el saco. Y date la vuelta que ahora me toca dar a mí.-


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