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martes, 10 de julio de 2012

Bajo la caja


Era una preciosa noche de verano. Quizás demasiado hermosa para que fuera cierta. En un cielo tan despejado como oscuro las estrellas parpadeaban con un brillo de inusitada intensidad, una suave brisa mecía una mar en calma como si un chiquillo acariciase a un león satisfecho con el trato recibido y una gigantesca, poderosa, sublime, hechizadora luna llena conseguía con una infinita fuerza dejar claro el porqué de su carisma dentro del sistema de cosas bellas que funcionan en nuestro universo. Yo me deleitaba con todo ello apoyado en una barandilla frente a unas rocas más allá de la vacía y silenciosa playa. Era tal mi abstracción que no me dí cuenta de que tenía alguien al lado hasta que me habló.
-Hola, Rulo.- Me dijo.
Giré rápidamente la cabeza hacia mi derecha y ví una caja de embalaje color marrón de unos dos metros de altura junto a mí. La miré de arriba a abajo un tanto sorprendido preguntándome quién sería el estúpido que estaría en su interior y volví a mirar al frente.
-No hay nadie en toda la zona y no te importa quién sea yo, lo que quiere decir que estás totalmente ensimismado comiéndote la cabeza con problemas que no consigues resolver y que te están afectando de forma salvaje.- Dijo con tranquilidad - Aunque tus pupilazas bien pudieran indicar un colocón de época... Pero no creo. Son más bien el resultado de una excitación mental provocada por tu errático control de la realidad y los sentimientos.-
Se escuchó un potente graznido y una intrépida gaviota se apoyó en una gran roca a poca distancia nuestra. Me miró fijamente a los ojos durante unos segundos con profunda candidez y, desplegando las grises alas, alzó el vuelo hasta perderse en la lejanía.
-Así que piensas que la vida es la puta más cara.- Continuó el individuo de la caja. -No sabes alcanzar la felicidad y cuando crees haberlo hecho te cae el hachazo padre y vuelves a la realidad. Como te pasó con tu última nena ¿recuerdas? Sí, hombre, la rubia chiquita que no esperabas...y te dejó tirado como las demás...porque eres idiota. Pareces un organismo diseñado para ser humillado por esa persona a la que tanto quieres y que de forma tan estúpida llamas reina.-
A lo lejos, en el horizonte, donde el cielo y el mar se funden en un mismo color oscuro, pequeñas y no muy numerosas luces de barcos, como luceros con vida propia, parecían saludar mientras se dirigían a un desconocido, pero no por ello equívoco, destino.
El individuo de la caja carraspeó y continuó hablando:
-Y que decir de tu soledad...¿Para qué te ha servido haber conocido a tanta gente a lo largo de tu vida? Sabes que no funcionas como el resto. Tantas reglas internas, tanto respeto... Pero a los demás eso les importa una mierda. A veces rozas el patetismo de una forma casi absoluta.-
De repente, una lejana estrella fugaz cruzó el estampado lienzo de brillantes como un ovni buscando aterrizar rápidamente y recordé la antigua pero siempre vigente superstición de pedir un deseo. Aunque soy de una naturaleza brutalmente escéptica, cerré los ojos y sonreí levemente.
-Estás fatigado, Rulo.- Continuó el individuo de la caja. -Dudas que hacer con lo que te queda de vida. ¿Acaso pretendes seguir con toda esta pantomima? Antes o después llegará lo inevitable y... ¿Porqué retrasarlo? Es sencillo, solo debes cargarte de convicción y dejarte llevar por...-
Una fuerte ráfaga de aire surgida de la nada, silbando como un millón de bocas, hizo que todo a nuestro alrrededor se agitase creando una armonía musical de tintineos y ritmos acompasados. Algo chocó contra mis pies. Miré hacia abajo y ví que era un grueso madero que había sido arrastrado hasta allí. Lo agarré y sin pensármelo dos veces golpeé lo más fuerte que pude a la parte superior de la caja. Ésta dobló y comenzó a teñirse de sangre.
-¿Porqué has hecho eso?- Me preguntó el individuo de la caja tambaleándose.-¿No sabes quién soy?-
-Sí.- Respondí. -Eres yo.-
Y le metí tal trompazo salvaje con el madero, que el individuo, aún bajo la caja, cayó por la barandilla, rodó por las rocas y acabó hundiéndose en las profundas aguas. Solté el arma homicida y volví a recrearme con la inmensa belleza que tenía ante mis ojos: El bailoteo de los cangrejos en su rocoso mundo, las pequeñas olas rompiendo espuma a pie de playa, el guiño de las estrellas al paso de las no siempre silenciosas aves marinas, el caluroso y desinteresado abrazo de la luna...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Joer tienes que cambiar la forma de ver el amor, que no te va bien con tu idea de amor romántico, déjate de reinas, en el universo no hay jerarquías, somos todos iguales. Está claro que repites patrones con la elección de tus parejas, es posible salir de eso, pero lleva el trabajo de conocerse a uno mismo y aceptarse, si de verdad hablases contigo mismo no te dirías esas cosas. A todos nos programan para distanciarnos de nuestra voz interior, que es nuestra guía en este mundo, pero en tu mano está volver a encontrarla. Lo primero dejar de ser víctima, afrontar y recuperar quién eres en realidad, y empezar a tratarte a ti mismo un poco mejor. Solamente cuando te ames a tí mismo podrás compartir una relación amorosa sin que te hagan daño.
Te recomiendo la lectura de este libro por si te sirve para encontrarte:
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Un besín